Neris González


Como una mujer joven en el estado de San Vicente, El Salvador, Neris Gonzáles trabajaba para mejorar el cuidado de salud y educación en su pequeño pueblo agrícola de San Nicolás Lempa.  Sus esfuerzos le meritaron el respecto y admiración de los habitantes de San Nicolás, pero también la convirtieron en un marco para la violencia que el ejercito salvadoreño uso para ejercer control sobre la población civil.  A mediados de 1970 llego conflicto y terror a su pueblo y los conflictos militares, civiles y gubernamentales crecieron en lo que seria una guerra civil de doce años.  El 26 de Diciembre de 1979, soldados de la Guardia Nacional tomaron a Neris de un mercado abierto cerca de San Nicolás Lempa.  Fue llevada al sótano del puesto de la Guardia Nacional donde fue mantenida en cautividad, torturada y violada.  Neris sobrevivió el abuso pero el trauma de lo que había soportado la angustiaba. En 1997 solicito asilo político en los EEUU y empezó a recibir tratamiento para las heridas causadas por la tortura.  Ahora dirige una organización en Chicago que enseña conciencia medioambiental y métodos de agricultura sostenible.

El trabajo de Neris para reforma agraria y de cuidado de salud

La tercera de 12 niños, Neris se fue de la casa de su familia a la edad de 16 para casarse.  Después de la separación de su esposo, solamente un año después del nacimiento de su primer hija, Carolina, Neris regreso a su casa y empezó a trabajar con la iglesia local como una educadora de salud.   Viajo por todo el estado de San Vicente luchando para mejorar el cuidado de salud y la educación, finalmente viajando a la capital de San Salvador para suplicar con oficiales del gobierno para mas dinero para escuelas e iniciativas de cuidado de salud.

Neris era bien conocida y respetada por todo el pueblo de San Nicolás Lempa por sus contribuciones a la comunidad. Neris descubrió que los encargados de las fincas y comerciantes estaban mintiéndole a los trabajadores sobre el precio de los productos que les estaban vendiendo—robando mas de su sueldo ya minúsculo.  En respuesta, Neris lanzo una campaña para extender el alfabetismo  a todo el pueblo y fue conocida como “la mujer que le enseño a los campesinos contar hasta 100.”  Pero tensiones políticas y conflicto continuaron a escalarse.  Neris dijo que la primera seña que la violencia que se transformaría en la guerra civil de 12 años fue la presencia de Guardias Nacionales en cada plantación en el estado de San Vicente.   Poco después, Neris y otros empezaron a encontrar cadáveres mutilados esparcidos por las calles del pueblo.  Estos eran los cuerpos de los organizadores de labor, trabajadores de salud y estudiantes.  El 22 de Marzo, 1977 el Padre Rutilio Grande, el mentor y colega de Neris, fue emboscado y matado por fuerzas de la Guardia Nacional, supuestamente por hablar en apoyo a los derechos de campesinos.  Solo semanas antes, el Padre Grande había dado un sermón en cual le aseguro a su congregación: “La mera violencia  que ellos [el estado y fuerzas militares] crean nos une mas y nos trae juntos aunque ellos nos traen para abajo.”
Su secuestro y detención.

El 26 de Diciembre, 1979, mientras estaba de compras en un mercado al aire justo afuera de su pueblo de San Nicolás Lempa, soldados de la Guardia Nacional Salvadoreña secuestraron a Neris.  La llevaron al puesto de la Guardia Nacional y la encarcelaron en el sótano del complejo por dos semanas.  Durante este tiempo Neris aguanto formas horrificas de tortura emocional y física, incluyendo violación repetida, descargas eléctricas, palizas, y siendo forzada a ver la tortura de otros [ para detalles de su detención, lea demanda].  Pero para Neris, la tortura de los guardias llego mas lejos que su propio sufrimiento; su hijo que llevaba en el vientre también fue victima. Llevaba ocho meses de embarazo cuando la capturaron y aunque rezó y suplico para que a su hijo no le hicieran nada, los guardias brutalmente se enfocaron en el nonato niño.  Ella recuerda, “estaba sintiendo mi propia tortura, pero también estaba sintiendo la tortura de mi hijo…casi estaba muerta pensando en mi hijo.”  Aunque Neris dio a luz al niño, él murió dos meses después por resultado de las heridas incurridas en e abuso.

Después de la tortura, Neris fue botada, inconsciente, en una área afuera de San Vicente.  Una pobladora local llevo a Neris a su casa y ella comenzó su larga recuperación.  Como una semana después, Neris fue llevada a una iglesia en San Salvador, donde recibió tratamientos médicos en una clínica y se recupero en un convento a la par.  Después, ella continuo a trabajar apasionadamente para ayudar a reconstruir las comunidades, específicamente áreas agriculturales, destruidas por la Guerra civil.  Pero ella estaba angustiada por sus memorias del abuso.  

Asilo en los EEUU
Finalmente, gracias al patrocinio financiero de grupos religiosos, Neris obtuvo asilo político en los EEUU en 1988 y empezó tratamiento en Marjorie Kovler Center for the Treatment of Survivors of Torture.
Ella empezó terapia tres veces a la semana y pudo ganarse un sueldo trabajando con niños.  Posteriormente, ella encontró un proyecto que nombro ECOVIDA, un grupo que promueve agricultura sostenible y apoya a comunidades pequeñas de fincas.  En gran parte por el Kovler Center, su terapia semanal, su trabajo con niños y su reunión con sus dos hijas, Neris dice que una vez mas “pudo encontrar su voz y quien es en verdad.”

Caso contra los generales

El tratamiento de Neris también facilito su búsqueda en ver justicia contra los responsables de su tortura.  En 1999, Neris se unió al caso, presentado por el Centro de Justicia y Contabilidad, contra el antiguo Ministro de Defensa José García y Carlos Vides Casanova, alegando que los generales eran responsables bajo “responsabilidad de mando” por su tortura.
El 23 de Julio, 2002 el jurado encontró al General Vides Casanova y el General García responsables por las atrocidades cometidas por sus subordinados contra Neris, Carlos Mauricio, y Juan Romagoza. El Veredicto ordeno que los generales pagaran $54.6 millones a los tres querellantes.
Neris comento después del juicio que “sin el caso, mi terapia hubiera sido sobre palabras, no acciones.  El  caso era la mejor terapia posible.”
Lea un articulo con mas detalle sobre la vida de Neris escrito por Julia Lieblich, una periodista premiada, en el Chicago Tribune Sunday Magazine.